miércoles, octubre 11, 2006

LA ENVIDIA


Envidia de viejo.
Que ya no es envidia al éxito, ni al amor, ni a la riqueza, sino a la vida. Envido la vida, aunque sea la vida de aquéllos que se la pasan envidiando toda su vida. Como mi nieto, que a sus 27 años de joven guapo y sin preocupaciones, envidia la suerte de todo aquello que toca, pues todito ello se convierte en oro, todo menos él; porque él se considera poco más que una mierda. Una mierda hermosa, egocéntrica, atractiva, una mierda que espera ser abono para futuros frutos. Si viviera mi amigo Vicente Rico (que de rico sólo tuvo el apellido) diría, ironías de la vida. De la vida que envidio, digo yo. ¡Pobre Rico, que gordo y wildeano te nos fuiste un día, chuzo de vino barato!
Sí. Hoy es la envidia, la necesidad de acabar a palos de envidia con la vida que me queda para justificar mis ansias burguesas de suicidio. Y mañana será otra cosa.
LEÓN HURTADO